Por qué la energía atómica no es sustentable


Seguridad


Desde que existe la energía atómica han ocurrido accidentes. Trabajar con sustancias radiactivas siempre conlleva un riesgo, a pesar de que la industria aduce que en un futuro podría ser posible diseñar un modelo de reactor "inherentemente seguro". Tanto en el diseño de sistemas de seguridad como en el funcionamiento de una central nuclear, el factor humano siempre está involucrado y los seres humanos pueden cometer y cometen errores. No importa cuan sofisticado y seguro sea un diseño; nunca puede descartarse la posibilidad de que algo salga mal. La probabilidad de que ocurra un accidente puede ser pequeña, pero las consecuencias de un accidente nuclear podrían ser devastadoras. En cuatro de los accidentes más conocidos (Tokai Mura en 1999, Chernobyl en 1986, Three Mile Island en 1979 y Sindscale en 1957), el "factor humano" contribuyó a la causa o gravedad del accidente.

Residuos

En los 50 años de existencia de la energía atómica, ningún país ha encontrado una solución funcional, científicamente justificable para el problema de los residuos. El elevado nivel de residuos continúa siendo peligroso para las próximas eras. Si bien la industria atómica suele aducir que los residuos serán inocuos después de 240.000 años, otros estiman que el plazo sería de un millón de años o más. Durante ese lapso los residuos deberían conservarse aislados del ambiente, y es difícil prever cómo podría garantizarse su aislamiento por tanto tiempo. Una vez enterrados los residuos, por ejemplo, no existe la posibilidad de controlar si hay filtraciones y repararlas.
El almacenamiento en depósitos tampoco es seguro, ya que la humanidad será responsable "para siempre" de su manejo. No es posible garantizar a las próximas generaciones la protección contra guerras, desastres naturales y otros peligros posibles. El reprocesamiento de combustible ha llevado a filtraciones planificadas y no planificadas de materiales radiactivos en todas las instalaciones de reprocesamiento, provocando la contaminación de mar y tierra. Además de ese problema, las centrales nucleares siempre liberan radiación al ambiente durante las operaciones de rutina. Está demostrado que la radiación es un alterador del ADN.

Uranio

La energía atómica, al igual que otras fuentes de energía no sustentable, se basa en un elemento que se agotará: el uranio. La extracción de uranio provoca una enorme contaminación química y radiactiva que a menudo se realiza en zonas habitadas por pueblos indígenas. Se necesitan 1.000 kilogramos de uranio en bruto para obtener 500 gramos de uranio utilizable, que primero debe ser enriquecido para ser usado en las centrales nucleares. Un producto secundario de ese enriquecimiento es el uranio reducido, que se utiliza en municiones y armamento de tanques.

¿El mejor amigo del clima?

La industria nuclear está utilizando la creciente preocupación por el cambio climático como una oportunidad para asegurar su propia supervivencia. El argumento esgrimido es que la energía atómica no emite prácticamente dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto invernadero con mayor responsabilidad en la creación del cambio climático. No obstante, hay dos grandes problemas con las cifras de las emisiones que se evitan utilizando nukes, tal como lo presentan las instituciones que promueven la energía atómica. En primer lugar, al observar todo el ciclo de producción de la energía atómica, ciertamente emite dióxido de carbono. Esas emisiones indirectas resultan principalmente de la extracción y enriquecimiento del uranio, la construcción de las centrales atómicas y el reprocesamiento de residuos radiactivos. En segundo lugar, sus cifras siempre comparan la energía atómica con centrales eléctricas alimentadas con carbón y muy contaminantes, obviando así el hecho de que la alternativa a la energía atómica no es necesariamente el carbón.

Proliferación El reactor atómico promedio produce alrededor de 200 kilogramos de plutonio al año. Se necesitan apenas unos pocos kilogramos de plutonio para fabricar una bomba atómica, y es fácil saber cómo se fabrica. Se siguen utilizando centrales nucleares para generar electricidad, aumentando sin necesidad las existencias mundiales de materiales para armamentos y planteando así una amenaza a la seguridad y la paz.

Costos

Cada vez más estudios, como el del Instituto del Uranio, verifican que la energía atómica es una fuente de energía muy cara. Al mismo tiempo, otras fuentes de energía se han vuelto económicamente racionales. Debido a los avances de las investigaciones, en la mayoría de los casos la energía eólica ya resulta mucho más económica que la energía atómica. La energía atómica plantea un riesgo económico demasiado elevado como para ser utilizada sin subsidios, subsidios que podrían ser utilizados con mayor eficacia en tecnologías energéticas verdaderamente sustentables.

Infraestructura

La energía atómica necesita una fina red de distribución considerando su producción a gran escala. Esas redes existen en las zonas urbanas, para la electrificación de zonas rurales, fuentes de energía más pequeñas y flexibles, como la energía solar, eólica e hídrica en pequeña escala, serían mucho más apropiadas ya que las redes extensas no suelen ser viables o requieren demasiado capital para ser instaladas en grandes zonas rurales.